LA HISTORIA DE DOÑA ROSITA

Entre las calles Sebastián Segurola y León de la Barra, en el corazón de La Paz, el aroma de la comida casera anuncia la presencia de Doña Rosita, una mujer de pollera que lleva más de veinte años compartiendo sus sabores con vecinos, trabajadores y visitantes. Su puesto fijo se ha convertido en un rincón muy querido de la ciudad, donde cada fin de semana se sirven platos que conservan la esencia del hogar paceño.
Lo que comenzó como una manera de apoyar a su esposo se transformó, con el paso de los años, en una tradición viva. Doña Rosita abre su puesto los fines de semana, cuando el barrio se llena nuevamente de aromas, risas y recuerdos. Su sazón mantiene intacta una costumbre paceña: la de reunirse alrededor de un buen plato, preparado con amor y con el sabor auténtico de una vida dedicada a la cocina.

Thimpu de Cordero

Falso Conejo

Sajta de Pollo

